31 de marzo de 2007

[Dear] Wendy de Thomas Vinterberg, DIN, 2005


[Querida] Mujer, respecto al hombre, con quien tiene relaciones amorosas ilícitas.

En 1998 Thomas Vinterberg codirigía junto a Mogens Rukov Celebración [Festen, DIN]. La película se inscribía dentro del movimiento Dogma, inspirado por el director danés Lars Von Trier. Entre la filmografía de Von Trier destacan Europa, Rompiendo las olas, Bailando en la oscuridad o Dogville, esta última es la primera parte de una trilogía dedicada a la sociedad norteamericana (la completan Manderlay y la aún no estrenada Washington).

Pues bien, Dear Wendy está escrita por Lars Von Trier. No se encomienda a las directrices marcadas por Dogma, sino a las de la exitosa Dogville. Dear Wendy es otra reflexión entorno a la sociedad norteamericana. Si en Dogville se apostaba por una revolución escénica, ya que desaparecen ambientes y decorados, y la cámara se centra en los personajes de la historia, como si de una obra de teatro se tratara; en Dear Wendy, se construye un ficticio pueblo minero del interior de Estados Unidos y se habla de los jóvenes que habitan en él.

Imaginen. Jóvenes sin futuro en un pueblo de "mala muerte". Sin alternativas a los pasos marcados por sus antecesores. Una vida basada en la rutina y la desmotivación, el desánimo y la desesperanza...un panorama desolador.Todo cambia en el momento en que Dick, protagonista de 18 años, se enamora de Wendy. Wendy no es una chica, sino una pistola. Dick recluta a otros jóvenes en el club llamado 'Los Dandies', el cuál él preside. Todos estos jóvenes desamparados en la vida real, encuentran en las armas la seguridad necesaria para crecer, incluso madurar. El control sobre las armas --"jamás harán uso de ninguna de ellas en la calle-- es ficticio. La sociedad actual inundada de violencia en cada uno de sus rincones, hará que, en cualquier momento, salte la chispa...sólo con una basta. Como en Dogville...otro western ultramoderno.

Ah, y no dejen de escuchar los éxitos musicales de The Zombies.


29 de marzo de 2007

[Ciudad]

Conjunto de edificios y calles, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.

Dark city, la ciudad de dios y BUENOS AIRES viceversa. Buenos Aires la ciudad de las minutas, imperio del anonimato, del delivery, la ciudad con microcentro, la del 9 de julio, y la del "¿me estás cagando?", la de la cultura para todos, del caos, ciudad de esquinas prodigiosas, de infinitos rincones, la ciudad de la medialuna, la de la lágrima a media tarde; buenos aires, la ciudad con bodegón, la del abrazo partido, la de los pasos sin cebra, la del tango perdido, la ciudad de las medianeras...

Pulse el fotograma para ver la película

MEDIANERAS de Gustavo Taretto, ARG, 2005





26 de marzo de 2007

[Pacto] tenebroso de Douglas Sirk, USA, 1947


Acuerdo entre dos o más personas que obliga a ambas a cumplir una serie de condiciones.

Una vez más, el suspense visto por el señor Sirk. El director alemán se coloca en una encrucijada: entre el cine negro de finales de los 50, dónde el máximo referente en la película es la interpretación fascinante de la actriz Hazel Brooks como "femme fatale" y, al otro lado, el thriller psicológico propuesto por Hitchcock en la mismísima década de los 40 con REBECCA, RECUERDA y SOSPECHA. En esta última, de 1941, Hitchcock presentaba una historia muy cercana a la que propondría Sirk seis años después.

El marido quiere matar a su esposa. Una nada despreciable herencia hace que los acontecimientos se precipiten. La esposa no tiene la más remota idea de las intenciones de su "adorable" esposo. El marido manipula todo lo que puede, ayudado por algún tipo de sustancia que provoca en su mujer terribles consecuencias: volverla rematadamente loca. Sin escrúpulos. Y claro, mientras tanto, hay una amante en la sombra, la que maneja al susodicho marido, la que insiste en quedarse con todo. La que, finalmene, escapa de la tragedia.

El giro argumental se circunscribe en qué momento a alguien se le pone "la mosca detrás de la oreja". Se despierta la duda. La sospecha hitchcokiana. Si no es la esposa, en ese momento del partido totalmente desquiciada, tiene que ser alguien de su entorno y de confianza. Un amigo. Éste adopta, en el tramo final de la película, la figura del detective, ese icono de un cine tan americano como el cine negro.

Con todo el camino de ruta marcado, cómo entretiene ese tipo de cine. Y cómo lo filma un director tan clásico como Douglas Sirk. Con escenas memorables, como en la que el marido, interpretado por Don Ameche, despierta a su esposa, Claudette Colbert, susurrándole al oído que se dirija al balcón...escapando del doctor fantasma. Ella, sonámbula, drogada...camina lentamente, casi se cae, una luz de la noche le ilumina la habitación, una brisa intenta despertarla. No hay forma, la voz de su marido insiste. Ella está en el balcón. Su marido le ordena que se tire, que sortee la barandilla y se lance al vacío. Tan loca, que parecerá un suicido. En ese momento, en que ella ha obedecido...aparecerá, sorpresivamente, el amigo, interpretado por Robert Cummnings. La duda le trajo de vuelta. Esa sospecha salva a sus amiga. Él la despierta. Por qué dormir, mi amor.

El suspense elevado a su máxima potencia. Sirk, discípulo de Hitchcock.

[Sleep, my love]

24 de marzo de 2007

Crónica de una [fuga] de Adrián Caetano, ARG, 2006



Huida apresurada.

Crónica de una fuga es la película que representó a Argentina en la edición número 59 del Festival de Cannes. Sin duda, es una de las mejores películas argentinas de los últimos tiempos...incluso la mejor, compitiendo estrechamente con Nueve Reinas. En principio, la película iba a participar en alguna sección paralela de Cannes pero, finalmente, se incluyo en la sección competitiva.

Adrián Caetano es su director. Realizador uruguayo, argentino de adopción, rodó hace nuevo años Pizza, birra, faso (1997), película que lo posicionó como uno de los directores más interesantes de la nueva camada. Pizza, birra, faso era su primera película. En ella hablaba del presente, de los jóvenes de su generación, sin futuro y sin proyectos.

En Crónica de una fuga , también con títulos alternativos Atila / Buenos Aires 1977, cambia radicalmente de registro. Adrián Caetano se involucra con la historia reciente, con la dictadura militar argentina (1976-1983). Basada en un libro Pase libre, de Claudio Tamburrini, narra la fuga de un exportero de fútbol y un grupo de secuestrados de la Mansión Seré, un centro clandestino de detención. Si en su primera película, se hablaba del del descubrimiento de la realidad/verdad, en ésta se habla de libertad.

Y Adrián con su película nos enseña lo maravilloso del cine. Se parte de una “historia basada en hechos reales”, en 1977, para hacernos disfrutar de la mayor aventura del hombre: la libertad. Crónica de una fuga nos habla de aquello que ya sabemos, lo que la historia nos ha demostrado, y de lo que no sabemos. Espectador se siente privilegiado al visionar esta cinta y vivir la experiencia de unos hombres, su angustia y su paso hacia delante...la única ventana para salir del infierno en el que vivieron durante más de cien días, se llama libertad. Qué maravilla lo que consigue Crónica de una fuga, un acontecimiento cinematográfico que sucede, para nuestra desgracia, cada vez menos en una pantalla de cine.

En la temática cinematográfica el cine de cárceles, y su consecuente huída/fuga, siempre ha tenido un lugar preferencial. Hay un clásico contemporáneo, sin olvidar La gran evasión (John Sturges, USA, 1963), que acaba de cumplir su décimo aniversario: Cadena perpetua (Frank Darabont, USA, 1994). Otro momento más de lo prodigioso del cine. El hombre frente al hombre, la fortaleza para seguir viviendo y la ansias de libertad. Y, sobretodo, ese vínculo que se establece entre iguales (no sé si denominarlo amistad) y los sentimientos de esos personajes frente a esa situación límite, repleta de injusticias.

Ahí se enmarca Crónica de una fuga. Lo extraordinario es cuando se hace vivir a la audiencia de esa experiencia. Para ello, el director se nutre de un plantel de actores impresionante, entre ellos destaca el protagonista: Rodrigo de la Serna (lo vimos de Alberto Granado en Diarios de motocicleta). Para contar este tipo de historias, se necesitan actores...y la película de Caetano, los tiene y muy buenos.

Si Pizza, birra, faso era una película donde los actores eran gente de la calle, y además una producción de bajo presupuesto, Crónica de una fuga viene con aires de superproducción, de la mano de la 20th Century Fox. Si en Pizza, birra, faso la calle era representación máxima de la (cruda) realidad, en Crónica de una fuga es la libertad. Esa película que gana en velocidad a medida que pasa el metraje, en intensidad del primer al último minuto, en hacernos creer ciegamente en el cine...es un valor seguro.

[Crónica de una fuga]

21 de marzo de 2007

El cine por [asalto] de José Pablo Feinmann



Acción y efecto de [asaltar]. Acometer repentinamente y por sorpresa. Acometer, sobrevenir, ocurrir de pronto algo, como un pensamiento, etc.

El libro
“Éstos son los textos de alguien que se ocupa de la filosofía y de la literatura todo el tiempo, todos los días”. Lo dice el mismo Feinmann en el prólogo de El cine por asalto. Una recopilación de ensayos y variaciones (y un manifiesto) sobre cine, aparecidos en el suplemento Radar del diario Página 12. Claro que Feinmann escribe sobre cine con una mirada desacartonada, libre de prejuicios, fresca, parcial, de alguien que ama a una de las artes más maravillosas que nos endosó la modernidad. Con humor, con inteligencia. Siempre apasionado y contundente. El que escribe conoce el cine en su historia y también en sus entrañas, ya que ha formado parte de muchos equipos de filmación.

El autor nos propone descubrir sus pasiones cinematográficas, desde la filosofía, la literatura, la historia, y desde lo puramente cinematográfico. Pasea por el género (westerns, terror, la comedia musical, “las de piratas”, etc.); transita por los personajes ( Ford, Kubrick, Marlon Brando, King Kong, Hollywood, Virginia Mayo...) y, por último, nos propone un manifiesto. Feinmann, excelente narrador, con El cine por asalto nos confirma que no hay una sola manera de ver cine, como tampoco de ver la vida.

El autor
José Pablo Feinmann nació en Buenos Aires en 1943. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, ha ejercido de docente en la misma y ha publicado más de una veintena de libros, que han sido traducidos a varios idiomas: Filosofía y Nación (1982), La creación de lo posible (1986), La sangre derramada (1998), Pasiones del celuloide, ensayos y variedades sobre cine (2000), La crítica de las armas (2003). También ha escrito novelas, obras de teatro y destacan sus guiones cinematográficos, reunidos en Escritos para el cine (1988). Entre ellos han sido filmados Últimos días de la víctima por Adolfo Aristarain, En retirada por Juan Carlos Desanzo, Play murder for me por Héctor Olivera...y su último guión fue el de la película Ay, Juancito, de 2004. Actualmente dicta cursos de filosofía de masiva convocatoria, y es asiduo colaborador en el diario argentino Página 12.

El cine por asalto, José Pablo Feinmann, Buenos Aires, 2006, Ed. Planeta

18 de marzo de 2007

El [arte] de la seducción de Terry Zwigoff, USA, 2006


Virtud, disposición y habilidad para hacer algo. Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real y lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

Ya tenía ganas de ver una nueva película de Zwigoff, después de su obra maestra GHOST WORLD, de 2001. En el cine de este director se muestra una visión deprimente sobre la realidad, sobre la sociedad actual. Lo hacía de una forma directa y sin contemplaciones en la vida de las dos jóvenes de GHOST WORLD, que se definen como "depresivas" y se arrastran por su vida sin otro objetivo que sobrevivir a la rutina diaria.

Ahora detengámonos en la particular escuela de arte. Y la pregunta que se nos plantea es la siguiente: ¿Hasta dónde somos capaces para conseguir lo que deseamos, lo que queremos?

El protagonista es un joven llamado Jerome Platz, interpretado por Max Minghella, que apuesta por convertirse en un gran artista, emulando a su héroe Picasso. Las obras de Jerome en la escuela no son valoradas por sus compañeros y, lo que le resulta más doloroso, tampoco capta la atención de la musa inspiradora Audrey, interpretada por Sophia Miles. El medio para conquistar a Audrey es hacerse famoso. Y Jerome hará todo lo posible para conquistarla.

El artista se aleja de su obra para conseguir a su amor platónico, y persigue la fama, sinónimo del éxito efímero. Ahora Audrey pone su atención en Jonah, interpretado por Matt Keelsar. La competencia enre Jerome y Jonah por el amor de Audrey se dirime en un "combate"; en este caso, sus obras serán la dicten el veredicto. Jerome, en un dilema moral como artista, se desprenderá de sus signos de indentidad de su obra, lo que repercute en su fracaso como pintor y, a la vez, como persona. Y, paradójicamente, ese fracaso es el que le lleva al éxito.

La contradicción de una sociedad que premia el éxito, sea como sea, da igual como se haya llegado a él. Una sociedad inmoral que apuesta por lo efímero, el arte como producto de consumo. Una sociedad que nos empuja al éxito como única forma de felicidad. El éxito está de moda. Y dónde el fracaso sólo tiene cabida si nos permite tener fama. Incluso, después de muertos: ¿cuántos casos de pintores que murieron en la más extremada pobreza, siendo revalorizada su obra después de desaparecer?

El director se detiene en personajes raros (freaks), alejados del mundanal ruido (como en CRUMB, el documental que lo dio a conocer) y reivindica la figura del anti-héroe (como en BAD SANTA), a contracorriente de los valores que se pregonizan en la actualidad.

Por último, cabe destacar la participación de actores de la categoría de: John Malkovich (también ejerciendo de productor), Angelica Huston y el incombustible Steve Buscemi.


Yo era muchacho, casi niño, y quería dibujar. Mintiendo la edad, pude mezclarme con los estudiantes que dibujaban una modelo desnuda.

En las clases, yo borroneaba papeles, peleando por encontrar líneas y volúmenes. Aquella mujer en cueros, que iba cambiando de pose, era un desafío para mi mano torpe y nada más: algo así como un jarrón que respiraba.

Pero una noche, en la parada del ómnibus, la vi vestida por primera vez. Al subir al ómnibus, la pollera se alzó y le descubrió el nacimiento del muslo. Y entonces mi cuerpo ardió.


Eduardo Galeano
Ventana sobre el arte / Las palabras andantes, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2005


[Art School Confidential] [Web oficial de la película]

16 [calles] de Richard Donner, USA, 2006



En una población, vía entre edificios y solares. En México y Perú, tramo de una vía urbana comprendido entre dos esquinas.

Ni una más, ni una menos. Son dieciséis las calles que Jack, un policía sumido en un profundo alcoholismo, tiene que trasladar a un preso poco peligroso, desde la celda a los juzgados. Misión, aparentemente, sin ningún tipo de riesgo. Claro que el motivo por el cuál tiene que llevar al preso al juzgado es para que éste declare. Y lo que no sabe Jack es que esa declaración delata a unos policías corruptos que conoce demasiado bien.

Jack está interpretado por Bruce Willis. El actor interpreta uno de esos personajes conocidos en el típico thriller norteamericano. Un policía con un pasado tormentoso, viviendo en una fuerte depresión, intenta redimirse a través de una situación crítica, inesperada que le despierta de su letargo. Otro de los ítems característicos de este tipo de cine: hay que ganarse el perdón. Esta vez son dieciséis calles, repletas de suspense, con un ritmo trepidante, y bajo la batuta del gran Richard Donner, director, entre otras, de la saga de ARMA LETAL.

El objetivo es claro: llevar a un testigo a declarar al juzgado. Lo que no sabe Jack es que ese trabajo rutinario se convertirá en una situación angustiosa; y el trayecto será un infierno. Jack pensará de su protegido que "le trae por la calle de la amargura". Aunque, finalmente, le recompense con la libertad. Sentirse libre de sus pecados. Y la acción transcurre en la calle, símbolo de libertad. Y el preso está en la calle.

El cálculo del trayecto es otra de las cuestiones a tener en cuenta, desde el momento que la película tiene como título 16 CALLES. El número dieciséis nos informa de la distancia entre las dependencias policiales y el tribunal. Si la ciudad no fuera norteamericana sino, por ejemplo, Pamplona en España, la distancia adoptaría como variable el tiempo en recorrer la línea que va del punto A al B. Nadie le diría al que corre delante del toro, en los San Fermines, que tiene un número "x" de calles hasta llegar a la Plaza. Son ocho minutos, aproximadamente, si no se produce ningún tipo de accidente. Claro que la fisionomía de la ciudad pamplonica es de calles enrrevesadas, escurridizas y, a veces, malintencionadas en los callejones del barrio antiguo. Nada que ver con la estructura monótona y lineal, tipo Eixample barcelonés, que dibuja una gran ciudad norteamericana. Son las diferencias culturales de medir la distancia en metros (calles, cuadras) o en tiempo (minutos, horas).

En Buenos Aires hubieran titulado a la película '16 cuadras'(cada cuadra, aprosimadamente, 100 metros). No hizo falta, ya lo retrató el gran Bielinsky con NUEVE REINAS. La cosa es que en las grandes ciudades hay que correr mucho y deprisa (a eso lo llamaría vértigo). Ah, y en Pamplona a partir del 7 de julio también (a esto, adrenalina).

[16 blocks]

14 de marzo de 2007

Tiempo de [memoria]

Facultad psíquica por el medio de la cual se retiene y recuerda el pasado.

Existen películas necesarias. ‘Iluminados por el fuego’ (de Tristán Bauer, Argentina, 2005) es una de ellas. Basada en el libro de ex combatiente Edgardo Esteban, la película narra sus experiencias, con dieciocho años, al frente del ejército argentino en el contencioso con Inglaterra por las Islas Malvinas, en 1982. Además, la película encara la cuestión relativa a los veteranos de guerra abandonados a su suerte luego de su escarnio inútil. ‘Iluminados por el fuego’ va más allá.

‘Iluminados por el fuego’ habla de la de necesidad de no perder la memoria. Se reivindica. Se recupera. Es un no a “tiempos pasados fueron mejores”, y es una apuesta por “lo que no puede volver a pasar”. Esta película, como muchas otras, se convierte en un instrumento valiente contra la mayor de las injusticias: el olvido. Pasa de ser un film denuncia a un film memoria: después de casi veinticinco años de esa tragedia, intenta romper tabúes, alejarse del discurso oficial y tiene el apoyo, incluso, del presidente de la nación, Kirchner. No sorprende, Argentina anulaba las Leyes de Punto Final en 2003.

Además de ser una película que refleja lo absurdo de una guerra, mostrando su irracionalidad, sus consecuencias en las personas que participan directa e indirectamente de la catástrofe...porque en una guerra hay personas que se matan, unas a otras, que sufren el dolor de una ausencia, y no son sólo fríos números de muertos y heridos. Hay otros que se empecinan en llamar guerra a otra cosa, donde un bando mata y el otro (indefenso) sólo muere. Ya lo hicieron películas como ‘Adiós a la armas’ (Frank Borzage, USA, 1932), ‘Senderos de gloria’ (Stanley Kubrick, USA, 1957) , ‘Platoon’/’Nacido el 4 de Julio’ (Oliver Stone, USA, 1986/1989) y ‘La delgada línea roja’ (Terrence Malick, USA, 1998).

Dos apuntes imprescindibles. Uno: el actor. Gastón Pauls interpreta a Esteban. Conocido, por muchos de nosotros, en ‘Nueve Reinas’ (de Fabián Bielinsky, Argentina, 2000). Nos basta con su mirada para estremecernos, para vivir en carne propia el horror (en el campo de batalla/exterminio) y el dolor (de la pérdida un amigo). Dos: el músico. León Giego (Sólo le pido a dios) canta a la memoria y contra los genocidas. Toda película con mensaje necesita de música con mensaje.

La película de Bauer ha ganado multitud de premios internacionales; de esos que reciben las historias con mensaje. Son tan necesarias estas películas como los premios de reconocimiento. El último galardón, el pasado 8 de mayo, en el festival Tribeca, apadrinado por Robert de Niro. Tiempo atrás, iniciaba su andadura con el premio ‘En Construcción’ de la edición número 52 del Festival Internacional de San Sebastián 2005, y en enero del año pasado, recibía el premio a Mejor Película Extranjera de Habla Hispana en los Premios Goya.

La memoria apunta hasta matar
a los pueblos que la callan
y no la dejan volar
libre como el viento.


[La memoria, León Giego]

ILUMINADOS POR EL FUEGO de Tristán Bauer, ARG, 2005

13 de marzo de 2007

[Encuentro] en el Tortoni


Dar con alguien o con algo sin buscarlo.

Mi última conversación con Homero fue en el Tortoni de Buenos Aires. En la céntrica Avenida de Mayo, tuve la ocasión de encontrarme con un uruguayo cautivador, amante del cine y del buen vino. Nada más saber de su presencia en la ciudad porteña, recordé que mi buen amigo Romaguera fue quién me descubrió al crítico cinematográfico.

Entre muchas de sus obras, Homero junto a Romaguera habían compilado un tomo de Textos y manifiestos del cine, y otro de Fuentes y documentos del cine. Homero residió durante un par de años en la ciudad condal, y se propuso después de su colaboración con Romaguera, ponerse a trabajar en la Historia del cine americano, deteniéndose en el cine mudo: desde la creación al primer sonido ( 1893-1930). Es ahí cuando conozco a Homero.

Antes de volver a Montevideo, Romaguera puso a Homero tras mis pasos. Sabía de mis conocimientos en el cine de Buster Keaton, y quería mi asesoramiento en esa figura trascendental de la primera comedia norteamericana. Un honor para mí.

Claro que con Homero todo era fácil. Fueron un par de encuentros en El ascensor, en pleno barrio Gótico barcelonés. Y es ahí, entre El hombre del río y El navegante, que Homero me habló del cine en su vida. De hecho se resumía en una frase: "El cine es mi vida". Qué hace alguien que pretende escribir y no tiene nada que contar. Mejor retirarse. Y si es mi vocación, mi auténtica razón por la que seguir adelante. Es el momento en que se convierte en obsesión. Homero encontró en lo cinematográfico la forma de centrar su talento para escribir. El cine se convirtió en su único tema, "en un monolito en medio del desierto", así lo denominaba el maestro.

La carencia de experiencias vitales hizo que Horacio desembocara en el cine. Aprender a escribir viendo cine. Ese fue su reto vital. Este hecho provocó sus viajes por todo el mundo, tras el director del momento, en el festival que siempre le esperó, en la película nunca vista, la canción de Moonriver que le cautivó, el western maldito, el sentimiento sentido...toda su vida en la pantalla grande.

Volvía a Montevideo y quiso dedicarme un tiempo. No lo olvidaré jamás.