Aníbal preparaba minuciosamente los equipos de proyección el último sábado de cada mes. A la tarde sus compañeros y amigos asistían a su Cine Club. Compartían emociones, reflexiones y aplausos. Como colofón, después de la película, una cena repleta de risas, brindis y conversaciones. Ese sábado era de Aníbal. Aníbal se fue y dejó video proyector, equipo de sonido y pantalla gigante. Y nadie sabe cómo hacerlos funcionar. Y eso que Juan le dijo una y otra vez “enséñame que yo te ayudo”. Aníbal les quería regalar a sus amigos un viaje al infinito y, para ello, se convertía en mago, apagaba las luces y empezaba la proyección. Aníbal ya no está y ese sábado ya no volverá a tener luz, al menos, la misma luz. Sólo quedan los versos en el corazón del último aplauso…
Una estrella más en el cielo azul,
una estrella más perdió mi tango.
En un vuelo gris se marchó al cenit
a buscar su tema más amargo.
Sus tangos hablaban del cielo,
su musa tentaba su vuelo.
Pudo más su afán y tras él se fue,
donde nunca más podrá volver.
¡Adiós!
Tu estrella te llamó.
Y tú te fuiste tras su voz.
Sin ver que no regresarás
sin poder ni decir adiós.
Serán tus manos de marfil.
Será, eterna tu canción,
y tu podrás, tal vez,
escuchar adiós, adiós...
[Adiós maestro_José Rótulo]