29 de marzo de 2011
18 de marzo de 2011
FASE 7
La Apocalipsis post-tsunami de Japón, llevada al extremo a través de la masiva globalización promocionada por los medios de comunicación, muestra una imagen que sirve de punto de partida a esta nota. El éxodo de población del norte, dónde se encuentra la central nuclear, al sur del país. Sin olvidar todos aquellos que quieren salir de la isla por todos los medios por temor a una fuga nuclear incontrolable.
Esa imagen muestra el miedo a lo desconocido: en este caso, la radioactividad, aquello que no se ve. La información es confusa y siempre uno tiene la mosca detrás de la oreja que lo que realmente se dice coincide con lo que realmente está pasando.
El fin del mundo está a la orden del día y el mayor de nuestros temores es el mismo hombre, cómo se enfrenta al desastre y la tragedia. Las crónicas describen a los japoneses tranquilos y pacientes frente a la desgracia. Nada que ver a la visión occidental que, por ejemplo, ha dado el cine en los últimos años.
Siguiendo la tradición hollywoodiense de la superproducción de catástrofes (TERREMOTO, AEROPUERTO, ETC.), Roland Emmerich después de su INDEPENDENCE DAY nos hizo sufrir con la espléndida EL DIA DESPUÉS DE MAÑANA y la menos lograda 2012. El relato se internacionaliza y toma tintes épicos a medida que avanza el metraje.
Después encontramos el minimalismo en propuestas como EL FINAL DE LOS TIEMPOS (THE HAPPENING) de Shyamalan. El planteo se reduce a las emociones de los personajes frente a lo extraordinario. Incluso la mismísima HEREAFTER de Eastwood toma esta línea narrativa, ó LA NIEBLA de Frank Darabont, basado en un texto de Stephen King. La niebla como metáfora de lo que no nos deja ver: nuestros miedos, temores e inseguridades. Un enfoque muy cercano al mundo descrito, en todas sus películas, por John Carpenter. Su cine gira entorno a una preocupación: el mal reside adentro de nosotros. Eso es, a fin de cuentas, lo que nos debería provocar mucho miedo. Crítica abierta a la condición humana.
FASE 7 es cine minimalista de ciencia ficción que pone el foco en los vínculos establecidos entre los personajes. Acontecimiento en el cine argentino que plantea un contexto de final apocalíptico pero en primera persona.
Volvamos, esta vez, a otra imagen muy semejante a la del principio. Hace dos años Argentina vivía una paranoia colectiva con la llamada Gripe A. Barbijos, cierre de teatros y campañas masivas de vacunación compusieron una situación de psicosis y pánico entre la población. El miedo corrió como la pólvora (provocado por la falta de información gubernamental y irresponsabilidad mediática), y cualquiera que estornudara a menos de diez metros era considerado peligro nacional. En voz de Goldbart, el director, ese fue el génesis de su película.
FASE 7 contiene dos aspectos que combinan de forma armoniosa: por un lado, la filosofía carpenteriana y, por otro lado, el nuevo cine argentino. Frente al supuesto fin del mundo, un virus contagioso, la película propone detenerse en una joven pareja (Daniel Hendler y Jazmín Stuart) en los habitantes de un edificio, al estilo LA COMUNIDAD de Alex de la Iglesia, en cuarentena, véase REC. Suman puntos en su interpretación, como secundarios, Yayo Guridi y Federico Luppi. Todo este despliegue con los mínimos recursos, diálogos absurdos y situaciones surrealistas. Características, en parte, del nuevo cine argentino.
Goldbart acierta en el tono, sorprende y entretiene. Quizás, lo ya visto en directores noveles, un metraje demasiado largo para lo que se nos cuenta. Carpenter hablaría de clímax o, quizás, cubriría la pantalla con un manto de niebla. El espectador aterrado saldría corriendo de la sala, avasallando a cualquiera que se cruzara en el camino, provocando una masacre. Habrá que tomarse las cosas con calma, se acerca el 2012.
11 de marzo de 2011
LEONARDO FAVIO
Un recorrido ineludible por la obra cinematográfica del gran director argentino. Con material inédito y más de doscientas fotografías, este libro se sumerge en cada uno de sus films mediante historias de producción, anécdotas de los rodajes y testimonios de los protagonistas. Así se reconstruye el trabajo como cineasta de uno de los artistas más importantes de la historia argentina.
“Las películas de Favio son obras en transición y este libro propone continuarlas. No se trata sólo de cambios recurrentes en su cine, sino también en su público, que se renueva con él como con ningún otro realizador argentino. Si cada film se completa con los espectadores, a medida que nuevas generaciones se asoman a sus películas, éstas adquieren un nuevo significado.
La idea de esta filmografía es ofrecer también un recorte generacional. Periodistas nacidos en los años 70 nos hemos reunido en esta publicación para brindar una mirada distinta sobre su obra, que por supuesto no será la última, ya que seguirá siendo revisada y analizada. Trabajador incansable de la cultura, ningún otro logró reunir tanto público y al mismo tiempo tanto prestigio.”
Constanza Bertolini / José María Brindisi / Javier Firpo /
Hernán Guerschuny / Mariano Kairuz / Paulo Pécora /
Pablo Perantuono / Sebastián Ramos / Martín Wain
Prólogo: Horacio González
"Leonardo Favio le propone al cine argentino el enorme desafío de pensar el mito, las leyendas crédulas y el aire sacrificial de la vida popular. No se sabría decir si el cine debía afinar sus técnicas para encargarse de esas remotas cuestiones, o si en ellas ya estaba contenido un tipo de cine cuyos movimientos y nociones de espacio y tiempo, emanaban profundamente de lo popular. ¿Qué clase de vida popular? La entendida como arquetipo milenario y fábula de las criaturas desamparadas...”
[Horacio González_Director Biblioteca Nacional_Fragmento prólogo]
LA MEMORIA DE LOS OJOS: FILMOGRAFIA COMPLETA DE LEONARDO FAVIO, La Nave de los Sueños y La otra boca editora, Buenos Aires, 2011.
[http://filmografiadefavio.blogspot.com]
9 de marzo de 2011
CHLOE
LAS CRISIS ADULTAS
Julianne Moore, al igual que muchas actrices veteranas, están encontrando papeles vinculados a una temática muy especial. Mientras muchas de ellas, y de ellos, recurren a cirugías estéticas que engañen el paso del tiempo y, de paso (valga el juego de palabras) a guionistas, productores y directores, Julianne Moore no lo hizo, al menos, hasta donde sabemos.
Las crisis adultas tomaron cuerpo en AMERICAN BEAUTY (Sam Mendes) en el último cine contemporáneo norteamericano. HAPPINESS (Tood Solondz) fue una versión menos endulcorada desde el cine más independiente. En ellas, el protagonista aborda un conflicto interior de difícil, a priori, definición. Deambula entre una inmejorable situación social y la búsqueda de la felicidad a través de una transformación. La duda existencial se extrapola al aspecto sexual. Y en medio de todo eso la familia (esposa/o e hijos).
CHLOE está dentro de dicha temática. Lo novedoso en el cine de Hollywood es que, en este caso, la protagonista sea una mujer. Un tipo de papeles inexistentes que, si se dan muy de vez en cuando, recaen en Meryl Streep, Susan Sarandon ó Julianne Moore.
La actuación de Julianne Moore (Catherine) es lo mejor de la película de Atom Egoyan. Y lo está siendo en películas mediocres en las que Julianne sobresale y, en algunos casos, lleva el peso de todo el metraje. El triángulo no funciona. Liam Neeson, otra vez un mueble más, y la bellísima Amanda Seyfried (Chloe) no están a la altura del despliegue dramático de la actriz protagónica. Ahí radica el primer desatino de Egoyan. El director se ve incapaz de encauzar el núcleo narrativo de su película.
Todo producto del cine mainstream corre el riesgo de la moraleja. CHLOE responde a ese tipo de discurso. El recorrido de la película nos lleva a lugares imprevisibles, pero Egoyan responde a un mecanismo dispuesto de antemano. Otro demérito. La familia actúa, al igual que en otras producciones, de ente regulador del conflicto. Lo que le pasa a Catherine es un paréntesis en su vida, en la que sobresale la madre-esposa que desestima sus sentimientos frente al mantenimiento de la familia por encima de todo.
Supongo que también los artistas tienen crisis. Está por ver si Egoyan la superó con esta película. CHLOE se presenta en su filmografía como una oportunidad desaprovechada. Gracias a Julianne la película resiste su visionado. Y apunta a una reflexión que va más allá. De qué forma la vejez de actrices y actores repercute en la consistencia discursiva de una película. Películas como ésta permite tener esperanza. Historia acorde a la edad de la actriz que aparece en pantalla. Apostemos, pues, por el cine sin cirugías.
1 de marzo de 2011
127 HORAS
Ya no se trata de una tendencia. La constatación del cine unipersonal es una evidencia. Si la soledad es tema en buena parte del cine norteamericano contemporáneo, en los últimos tiempos, lo del monólogo se convirtió en una moda. Y tenemos para elegir. Dos de ellas persiguen, supuestamente, el mismo objetivo: hacer cine. Una de ellas, terriblemente entretenida, lo consigue con creces. La otra se queda en una broma salvajemente aburrida. ¿Adivinan cuál es cuál?
- La transformación de Aron Ralston, interpretado por James Franco, es el centro. El protagonista grita al final “Help me!”, moribundo, algo impensable al principio de la película, en el que se nos dibuja una persona solitaria, egoísta y soberbia. Algo tan presente en nuestros días, al igual que esas multitudes en eventos deportivos, al igual que esos útiles inservibles como las navajas multiusos chinas. Mientras tanto, Paul, interpretado por el histriónico Ryan Reynolds, sólo muestra desesperación con travellings imposibles, llamadas telefónicas interminables y una víbora, así creamos suspense, que se lleva la mejor actuación del metraje.
- El movimiento de cámara cenital, como si de un zoom tipo Google-Earth se tratara, en el que vamos de la grieta dónde la roca se incrusta en el brazo de Aron a las alturas para divisar la inmensidad del desierto tiene intensidad narrativa y dramática. La soledad se acrecienta de forma hiperbólica, sin aspavientos ni de forma artificiosa como en el ataúd en el que trata de sobrevivir Paul.
- Boyle demuestra, una vez más, su valentía a la hora de afrontar cada uno de sus proyectos, totalmente diferente el uno del otro. Y lo hace con un ritmo vertiginoso, esta vez alejado de la magnitud de la oscarizada SLUMDOG MILLIONAIRE. De igual forma el protagonista de ambas películas juega en campo contrario intentando, con todas las estrategias posibles a su disposición, salir lo menos indemne. Boyle plantea en sus películas un cine de supervivencia: desde SHALLOW GRAVE, TRAINSPOTTING, pasando por 28 DAYS LATER y SUNSHINE.
- Desde el principio sabemos que Paul no sobrevivirá. El juego macabro de la llamada vuelta de guión, tan promovida desde SEVEN, atenta contra la inteligencia del espectador. Cortés, el director, demuestra su falta de criterio al esconder pistas, plantear equívocos y materializar, de forma ingeniosa, la superficialidad de su propuesta.
127 HOURS y BURIED son dos películas cercanas sólo en el planteo inicial: dos hombres solos luchando contra las circunstancias adversas. Lo común sólo en el punto de inicio, porque las dos películas están a años luz en el desarrollo. Una se propone como cine, la otra es una atracción de feria ambulante. ¿Adivinan cuál es cuál?