28 de julio de 2008

La [ideología] del Hombre Murciélago

[Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectivida o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.]


La confrontación entre Batman y Joker en la película de Christopher Nolan simplifica rudamente el mundo post 11-S desde la mirada de Washington DC. El teniente Gordon acude al hombre murciélago a través de la batiseñal como fuerza parapolicíaca cuando el hampa lo desborda. Esto no cambió. Pero al final, luego de acometer el trabajo sucio, Batman escapa y Gordon comenta: "es el héroe que merecemos, pero no el que necesitamos"... En uno de los pósters de promoción hay una torre en llamas y por delante una batisombra incólume. El paladín de la justicia y la guerra contra el terror. El mal necesario para luchar contra el Mal. Esa imagen es George W. Bush en el Ground Zero. Y que pase el que sigue. ¿Quizá John McCain? No es casual que el film aparezca unos meses antes de la elección presidencial en Estados Unidos.

Respecto de la villanía, esta vez, Joker está descolocado de su habitual rol de payaso zumbón gracias a la actuación póstuma de Heath Ledger. El malhechor ya no ríe tanto, y ausme las características mefistofélicas del líder de Al Qaeda. Las similitudes son casi obvias: hace volar un hospital público y proclama "soy un agente del caos"; está al frente de una banda de forajidos entre los que se encuentran pacientes psiquiátricos; conduce un camión cuyo lema gotea devastación en la chapa del acoplado: "La matanza es la mejor medicina". El payaso devino en terrorista. En el siglo XXI, al terror se lo combate con terror, pero salvando las apariencias.

En esta saga, para seguir con la alegoría de los países democráticos que defienden la libertad, la eficacia persecutoria de Batman actúa como un agente de la CIA con operatividad en los confines del globo: apresa ilegalmente a un malhechor en el sudeste asiático y lo trae a la cárcel. Todo parecido con los servicios secretos cazando islamistas por el mundo y llevándolos a Guantánamo no es pura coincidencia... aunque en eso la película es chapucera: Batman lo deja en la comisaría de Gordon. El mayordomo Alfred piensa en positivo: "Estás peleando contra un enemigo que es irracional. En esta situación los héroes deben suspender las reglas y restricciones comunes por para pelear enemigos irracionales", le dice a su empleador.

En Batman, the Dark Knight, el Bien y el Mal son las dos caras de una misma moneda ontológica: "Pertenecemos a la misma oscuridad, os dos somos freaks", lo desafía Joker al pie de un precipicio, entre sus garras. Por eso, el Bien no es una opción ética más enaltecible, sino que es la alternativa por el mal menor... Una mirada realista. Aún así, o por eso, alabado sea nuestro destino manifiesto, alabado sea el rol de maestro global de la democracia ante el Diluvio Universal del terrorismo. Y alabado sea Bush, nuestro (imperfecto) Señor. Que pase el que sigue.

[por E.S. Diario Sur, 27 julio 2008]

20 de julio de 2008

Batman, el Caballero [OSCURO]



El bienaventurado señor Nolan se propuso dirigir la mejor película de Batman y lo consiguió. Qué lejos quedó la propuesta de Tim Burton. Y me atrevo a decir que una de las mejores películas de los últimos tiempos. Según cuentan el director le dijo a la Warner que ésta sería su última incursión en el superhéroe y puso toda la carne en el asador. Tal era la seguridad de Nolan que la película se estrenó en Estados Unidos con el título a secas de THE DARK KNIGHT.

Las dos horas y media de metraje son el resultado de la coherencia. La contundencia de mostrar al hombre murciélago en una Gotham City "que no le quiere" está acorde con los tiempos que vivimos. Una sociedad aterrorizada por Joker, interpretado magistralmente por el desaparecido Ledger, prefiere el sacrificio del héroe enmascarado y la búsqueda de soluciones no "al margen de la ley". El coste moral de dicho cuestionamiento está en el sustrato del enfrentamiento entre Joker y el triángulo del bien: el policía bueno (Gordon), el político valiente (Dent) y Batman. El final propuesto por Nolan se dirime en la esperanza de una sociedad que sigue manteniendo valores humanos y, por consiguiente, ya no necesita de héroes enmascarados. En resumidas cuentas, perder el miedo y enfrentarse a "nuestros" males. La existencia de Batman es la falla en el imperio de la ley y el orden. Sólo cuando la sociedad se vea reflejada en una clase política que le representa (y no con dos caras), el hombre murciélago tendrá los días contados.

Nolan construye la película de Batman en la cuál nunca habrá ningún superhéroe, sino un thriller intenso dónde un hombre, que en ocasiones se enfunda un traje de murciélago, se enfrenta a un terrorista con tintes de psico-killer llamado Joker. Y cómo todo aquello que nos supera puede convertirnos (o sacarnos) el lado más oscuro de nuestra persona. El director prosigue en estilo y discurso su proesta en BATMAN BEGINS, pero la intensifica al máximo. Los efectos especiales acordes a la acción (la persecución motorizada será recordada por mucho tiempo) y no supeditados a los gustos del público. La música extraordinaria compuesta por el tándem Newton Howard/Zimmer y una ciudad oscura reconocible (es la misma Chicago).

En ese Gotham City en el que se ha convertido el último cine industrial de Hollywood, Nolan nos regala una joya que no se puede dejar de ver. Un acontecimiento esperanzador.

[Que carece de luz o claridad]



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17 de julio de 2008

EL [TREN] DE LAS 3:10 de James Mangold, EEUU, 2007

El tren es el medio de transporte privilegiado por el cine. Como apunta el crítico J.L. Sánchez Noriega, dentro del género del western americano el tren ha desempeñado un papel decisivo, ya que las dificultades del tendido de la línea ferroviaria ha servido para plasmar la "civilización" del territorio, el progreso frente a los derechos de los granjeros sobre la tierra, el imperio del sistema legal con la llegada de la autoridad administrativa y militar y el triunfo del centralismo de la Unión. En ese contexto se desarrolla EL TREN DE LAS 3:10, a Yuma, de James Mangold, remake de la producción original de 1957 dirigida por Delmer Daves e interpretada por Glenn Ford.

La historia se centra en dos personajes. El ranchero Dan Evans (Christian "Batman" Bale) con la aspiración de conseguir una recompensa que alivie sus penurias, decide colaborar en la captura del peligroso forajido Ben Wade (Russell "Gladiator" Crowe), reteniéndolo en su rancho y posteriormente custodiándolo hasta Yuma, donde el tren de las 3:10 le trasladará a prisión.

Western de gran calibre orquestado, de forma excelente, por Mangold y con actuaciones de peso de Bale y Crowe. A destacar la actuación del malo malísimo Ben Foster, interprentando al forajido Charlie Prince. A precisar, pues, dos cuestiones. Por un lado, ese otro tren, ese que pasa una sola vez en la vida (oportunidad)...y que no hay que dejar escapar. Así lo cree el ranchero. Pero no a cualquier precio. Por encima de la necesidad (salvar a su familia) los valores humanos. En esos valores reside un aspecto fundamental en la construcción de este género genuinamente norteamericano. En este marco, funciona el esteriotipo del héroe y su antagónico. Evans y Wade. Si bien, el tramo final de la película nos propone otra perspectiva centrada en otro valor (como no podía ser de otra forma), en este caso, la amistad.

Otra cuestión a señalar, es la moda de hablar de cualquier nueva película de género como el homenaje, como el punto final, como el resurgir...Mangold demuestra que se puede hacer muy buen cine de género superando, incluso, al original. Y que el género sigue "sobreviviendo" en cuanto proporcione al cine los recursos necesarios para contar historias. Y el western, sin lugar a dudas, es uno de ellos.

[Medio de transporte que circula sobre raíles, compuesto por uno o más vagones arrastrados por una locomotora]

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13 de julio de 2008

Blanco sobre [negro]



Primera parte. El mejor Peter Berg de VERY BAD THINGS, sinónimo de sarcasmo, cinismo y crítica social. Ritmo vertiginoso, anarquía de efectos especiales, incluso cámara en mano y detrás de todo eso un superhéroe negro. Suena a serie B y Berg nos entrega, hasta la fecha, la mejor película de este género de lo que llevamos de año. Ni Hulk, Iron-man y compañía (a la espera del nuevo Batman de Nolan).

¿Cuántos superhéroes de color negro hay en la historia del cómic? El que les escribe, un ignorante en la materia, no recuerda ninguno. Will Smith, cada mejor en sus papeles, interpreta a un superhéroe marginal, borracho y negro. Sus formas no son las correctas y los destrozos que provoca en cada una de sus acciones son cuantiosos, en términos económicos. Como apunta D' Espósito en su crítica sobre la película, el discurso puramente capitalista acecha a Hancock. Es la visión econocimista, por encima de que como héroe salva vidas, la que le llevará entre rejas.

Hancock no es el modelo de superhéroe blanco. Vive a las afueras y sólo piensa en beber whisky. Sólo la perspicacia del relaciones públicas blanco le llevará al lugar del superhéroe blanco. Ese que cuida las formas (educado) y viste con su traje-uniforme. La imagen (el cómo) por encima del sentido heróico del asunto (el qué). Así funciona nuestra sociedad. Así piensa la maquinaria capitalista al ver beneficios en el talento ajeno, ese que puede moldear como el chico de los suburbios que pasa a ser estrella de la NBA. Estarán de acuerdo, una visión blanca domina el mundo, incluído el de los superhéroes.

Segunda parte. La película se acartona. Pasa a contarnos otra historia alejada de los planteamientos iniciales. Deambula como si de un melodrama se tratara. Recicla temática ya presentada en la (excelente) serie de televisión HEROES. HANCOCK cae en el despropósito...no se entiende. No hay nada más que decir, sólo destacar la sorpresiva actuación de la Theron. Berg vira hacia lo establecido, cosa que no había hecho, por ejemplo, con su opera prima.

Declaración sobre primeras y segundas partes. Análisis a desarrollar en cuanto qué peso tienen las primeras partes de las películas en el cine actual. Da la sensación que en la mayoría de las producciones se va de más a menos. Captar la atención del espectador, atarlo a la butaca/sillón durante un buen rato. Y al final la decepción. Cuánto prometía y fue "más de lo mismo". Cuestión de principios y finales.

[Se dice del aspecto de un cuerpo cuya superficie no refleja ninguna radiación visible. Dicho de una persona: cuya piel es de color negro]



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6 de julio de 2008

El [final] de los tiempos

Término y remate de algo.


En tiempos de saturación/agotamiento del género de ciencia ficción, surge la necesidad de virar hacia un planteamiento clásico. No sólo pasa por la recuperación/remake de películas (desde ahí surgen la ochentosa de la niebla de Stephen King o la última versión de los invasores de cuerpos). Lo clásico pasa por un cine minimalista, en la que priman los personajes y no los efectos digitales. Sólo el maestro Spielberg sabe conjugar la modernidad (desborde de efectos) con lo clásico. Lo hace en su obra (maestra): LA GUERRA DE LOS MUNDOS. Retomando el cine minimalista, parco en recursos y “supuestamente” profundo en el discurso, el director Shyamalan lleva tiempo encaprichado en ello. Toda su filmografía se resume en esta apuesta valiente, que con su éxito EL SEXTO SENTIDO le permitió seguir ese camino.

Hasta aquí Shyamalan en cuanto a estilo/método. De forma transversal a sus películas podemos encontrar una misma temática. La inquietud/incertidumbre que transmiten sus imágenes van hacia el mayor de (sus) los temores: la incomunicación. El niño solo en familia desestructurada que habla con un muerto. El superhéroe incomprendido que vive crisis de pareja. Un padre e hijos enfrentan sus miedos mientras asisten a una invasión extraterrestre. La comunidad aislada de todo lo que le rodea. La dama que pide ayuda.

Y también en THE HAPPENING, la incomunicación de una sociedad que sólo sabe hablar por el móvil, que sólo está atenta al discurso perturbador de la televisión y que sólo escapa cuando tiene miedo. En todo este contexto, Elliot (Wahlberg) y Alma (debutante Deschanel) viven una crisis. Y como en cualquier crisis de pareja, la falta de comunicación. Queda patente en los últimos minutos de metraje, separados, él en la casa y ella en un trastero, se hablan a través de una tubería que conecta las dos instancias. La misma distancia que fue matando su relación. Sólo basta (nada más y nada menos) que superar el temor a escuchar y ser escuchados. Sólo basta que salgan cada uno de su lugar y se acerquen el uno al otro.

En un contexto de cine de ciencia-ficción (en las antípodas de la propuesta Emmerich) , como si se tratara de un capítulo más de la mítica DIMENSIÓN DESCONOCIDA, el director indio lo reduce todo a una profecía: nuestra falta de comunicación nos condena al final de los tiempos.

¿Estamos frente a un autor? La singularidad minimalista en el planteamiento narrativo, un mismo estilo y una temática que tiene a Shyamalan muy preocupado. Incluso hacerse entender frente a la industria de Hollywood de ahora en adelante.



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