Tiempo de crisis. Cuesta encontrar una película original de ciencia ficción en los últimos años. La crisis económica afecta a la industria cinematográfica de Hollywood aunque no lo parezca. ¿Cómo? Apostando por el valor seguro. Hay que garantizar, por todos los medios, la semejante inversión que supone una superproducción de estas características. Así que toca rescatar héroes y aventuras del pasado. En el terreno que nos compite, conviven ejemplos como los superhéroes
Batman y
Superman, la historia interminable de
Star Wars, el regreso de
Indiana Jones, los orígenes de
X-Men, la vida y milagros de
El Hobbit, etc, etc. Todo eso tiene forma de precuelas, remakes, sagas y trilogías. Esta plaga se extiende a todo género, pero tiene mayor incidencia en el panorama del fantástico y ciencia ficción, porque son las aventuras extraordinarias las que entretienen en momentos de aprietes financieros.
Lo de J.J. Abrams es digno de subrayar. El productor-director se ha convertido en un referente. Ha dado muestras de conocer los mecanismos de la industria del entretenimiento. El desembarco en la pantalla catódica con éxitos como
Alias y, sobretodo,
Lost. Después el cine. Como director, participó en sagas (
Misión Imposible y
Star Trek) y como productor en otro subgénero fantástico, el de monstruos (
Cloverfield). Si en la televisión le ha caracterizado la originalidad creativa, en el cine su principal valor ha sido la solvencia.
La última de
Star Trek es la prueba de ello. Casualidad o no,
Star Trek al igual que
Misión Imposible fueron series de televisión de éxito (ahora reeditadas en dvd), y las dos tuvieron su paso al cine. A priori, valor seguro. Los viajes espaciales tuvieron diferente suerte y es que fueron 11 episodios cinematográficos. Las últimas propuestas cayeron en el colapso argumental y se fue perdiendo lo genuino que hizo adictiva la saga. Así que Abrams se propuso revitalizar la franquicia con el propósito de sumar nuevos adeptos. Rejuveneció a la tripulación y la convirtió en precuela, tanto para fans como para el nuevo público que ahora podrá ver al Enterprise de otra manera. Y lo que es más difícil, manteniendo el ADN del original. Una actualización pensada y medida. Esto último hace que, por ejemplo, las escenas de acción sean el punto débil de la película; tanto en la dirección (el mismo Abrams podría haber llamado a Jack Bender, artífice de los mejores capítulos de
Alias y
Lost); incluso en el mismo abordaje de este tipo de escena en el universo
Star Trek. La acción a lo Tom Cruise no sirve.
Abrams encontró el camino (todo apunta a nuevos capítulos con la nave pop) y, desde otro lugar, como el mismo Nolan han sido valientes al rediseñar mitos coherentes con los tiempos actuales. Hollywood encontró otro nicho. Y es que sigue habiendo público para las aventuras de siempre.
[ Viaje [Interestelar] Se dice del espacio comprendido entre dos o más astros]