18 de marzo de 2011

FASE 7

FASE 7 de Nicolás Goldbart, ARG, 2011


La Apocalipsis post-tsunami de Japón, llevada al extremo a través de la masiva globalización promocionada por los medios de comunicación, muestra una imagen que sirve de punto de partida a esta nota. El éxodo de población del norte, dónde se encuentra la central nuclear, al sur del país. Sin olvidar todos aquellos que quieren salir de la isla por todos los medios por temor a una fuga nuclear incontrolable.

Esa imagen muestra el miedo a lo desconocido: en este caso, la radioactividad, aquello que no se ve. La información es confusa y siempre uno tiene la mosca detrás de la oreja que lo que realmente se dice coincide con lo que realmente está pasando.

El fin del mundo está a la orden del día y el mayor de nuestros temores es el mismo hombre, cómo se enfrenta al desastre y la tragedia. Las crónicas describen a los japoneses tranquilos y pacientes frente a la desgracia. Nada que ver a la visión occidental que, por ejemplo, ha dado el cine en los últimos años.

Siguiendo la tradición hollywoodiense de la superproducción de catástrofes (TERREMOTO, AEROPUERTO, ETC.), Roland Emmerich después de su INDEPENDENCE DAY nos hizo sufrir con la espléndida EL DIA DESPUÉS DE MAÑANA y la menos lograda 2012. El relato se internacionaliza y toma tintes épicos a medida que avanza el metraje.

Después encontramos el minimalismo en propuestas como EL FINAL DE LOS TIEMPOS (THE HAPPENING) de Shyamalan. El planteo se reduce a las emociones de los personajes frente a lo extraordinario. Incluso la mismísima HEREAFTER de Eastwood toma esta línea narrativa, ó LA NIEBLA de Frank Darabont, basado en un texto de Stephen King. La niebla como metáfora de lo que no nos deja ver: nuestros miedos, temores e inseguridades. Un enfoque muy cercano al mundo descrito, en todas sus películas, por John Carpenter. Su cine gira entorno a una preocupación: el mal reside adentro de nosotros. Eso es, a fin de cuentas, lo que nos debería provocar mucho miedo. Crítica abierta a la condición humana.

FASE 7 es cine minimalista de ciencia ficción que pone el foco en los vínculos establecidos entre los personajes. Acontecimiento en el cine argentino que plantea un contexto de final apocalíptico pero en primera persona.

Volvamos, esta vez, a otra imagen muy semejante a la del principio. Hace dos años Argentina vivía una paranoia colectiva con la llamada Gripe A. Barbijos, cierre de teatros y campañas masivas de vacunación compusieron una situación de psicosis y pánico entre la población. El miedo corrió como la pólvora (provocado por la falta de información gubernamental y irresponsabilidad mediática), y cualquiera que estornudara a menos de diez metros era considerado peligro nacional. En voz de Goldbart, el director, ese fue el génesis de su película.

FASE 7 contiene dos aspectos que combinan de forma armoniosa: por un lado, la filosofía carpenteriana y, por otro lado, el nuevo cine argentino. Frente al supuesto fin del mundo, un virus contagioso, la película propone detenerse en una joven pareja (Daniel Hendler y Jazmín Stuart) en los habitantes de un edificio, al estilo LA COMUNIDAD de Alex de la Iglesia, en cuarentena, véase REC. Suman puntos en su interpretación, como secundarios, Yayo Guridi y Federico Luppi. Todo este despliegue con los mínimos recursos, diálogos absurdos y situaciones surrealistas. Características, en parte, del nuevo cine argentino.

Goldbart acierta en el tono, sorprende y entretiene. Quizás, lo ya visto en directores noveles, un metraje demasiado largo para lo que se nos cuenta. Carpenter hablaría de clímax o, quizás, cubriría la pantalla con un manto de niebla. El espectador aterrado saldría corriendo de la sala, avasallando a cualquiera que se cruzara en el camino, provocando una masacre. Habrá que tomarse las cosas con calma, se acerca el 2012.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay mucho Szifron y Reijtman. Muy recomendable. Me reí mucho!