13 de marzo de 2007

[Encuentro] en el Tortoni


Dar con alguien o con algo sin buscarlo.

Mi última conversación con Homero fue en el Tortoni de Buenos Aires. En la céntrica Avenida de Mayo, tuve la ocasión de encontrarme con un uruguayo cautivador, amante del cine y del buen vino. Nada más saber de su presencia en la ciudad porteña, recordé que mi buen amigo Romaguera fue quién me descubrió al crítico cinematográfico.

Entre muchas de sus obras, Homero junto a Romaguera habían compilado un tomo de Textos y manifiestos del cine, y otro de Fuentes y documentos del cine. Homero residió durante un par de años en la ciudad condal, y se propuso después de su colaboración con Romaguera, ponerse a trabajar en la Historia del cine americano, deteniéndose en el cine mudo: desde la creación al primer sonido ( 1893-1930). Es ahí cuando conozco a Homero.

Antes de volver a Montevideo, Romaguera puso a Homero tras mis pasos. Sabía de mis conocimientos en el cine de Buster Keaton, y quería mi asesoramiento en esa figura trascendental de la primera comedia norteamericana. Un honor para mí.

Claro que con Homero todo era fácil. Fueron un par de encuentros en El ascensor, en pleno barrio Gótico barcelonés. Y es ahí, entre El hombre del río y El navegante, que Homero me habló del cine en su vida. De hecho se resumía en una frase: "El cine es mi vida". Qué hace alguien que pretende escribir y no tiene nada que contar. Mejor retirarse. Y si es mi vocación, mi auténtica razón por la que seguir adelante. Es el momento en que se convierte en obsesión. Homero encontró en lo cinematográfico la forma de centrar su talento para escribir. El cine se convirtió en su único tema, "en un monolito en medio del desierto", así lo denominaba el maestro.

La carencia de experiencias vitales hizo que Horacio desembocara en el cine. Aprender a escribir viendo cine. Ese fue su reto vital. Este hecho provocó sus viajes por todo el mundo, tras el director del momento, en el festival que siempre le esperó, en la película nunca vista, la canción de Moonriver que le cautivó, el western maldito, el sentimiento sentido...toda su vida en la pantalla grande.

Volvía a Montevideo y quiso dedicarme un tiempo. No lo olvidaré jamás.

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