[Escena] En el cine, cada parte de la película que constituye una unidad en sí misma, caracterizada por la presencia de los mismos personajes. La escena fílmica es un momento fácilmente individualizable de la historia narrada (como la secuencia).
Un asesinato sin tijeras que destellan es como los espárragos sin salsa holandesa: insípidos.
Alfred Hitchcock [1899-1980]
Norman Bates, ataviado con las ropas de su madre, descargaba el cuchillo, una y otra vez, compulsivamente, sobre el cuerpo indefenso y desnudo, de Marion Crane. Marion gritaba desgarrándose y extendía sus manos en la vana intención de defenderse o, con el afán más vano aún, de pedir clemencia, puesto que ninguna máquina de matar -y eso era Norman Bates para entonces- concedería clemencia.
Finalmente, ya cumplida en exceso su tarea, ya satisfecho, Norman salía de la escena, y allí, en la bañera, sólo quedaba el cuerpo de Marion, recostado contra los azulejos blancos (¿serían blancos?), deslizándose hacia la base de la bañera, con los ojos entrecerrados, con el velo oscuro y final de la muerte pesando sobre ellos. Y, entonces, con un esfuerzo quizá absurdo, que provenía más del deseo que de la posibilidad de vivir, pues sus heridas esra irremisiblemente mortales, Marion Crane estiraba su mano hacia la cortina de plástico de la bañera, la aferraba y, con el propósito de incorporarse, tironeaba de ella con tal fuerza que la cortina, sostenida a un barral por unos aros, se desprendía de éste con una prolijidad vertiginosa y escalofriante, aro por aro, con un ruido semejante al tableteo de una ametralladora, y Marion, la desdichada Marion Crane, cuya desdicha, más que apropiarse de cuarenta mil dólares, había sido la de querer transcurrir una noche en el Bates Motel, caía, aún aferrada a la cortina de plástico, caía, por decirlo así, en brazos de la muerte.
Ahora su sangre corría hacia el desagüe de la bañera, giraba locamente y luego se hundía, allí, para siempre. Luego la Cámara se acercaba hacia ese agujero oscuro e infinito y sobre él se imprimía el ojo derecho de Marion, abierto, muy abierto y aterradoramente inmóvil. Esto era todo. Era, al menos, todo para Marion Crane. Porque así era su muerte. Así moría Marion Crane en PSICOSIS, a manos de Norman Bates.
¿Cómo había logrado Hitchcock la absoluta inmovilidad de ese ojo? [...] ¿Era una foto? [...] ¿Habría Hitchcock realmente asesinado a Janet Leigh, la actriz que interpretaba a Marion Crane?
[capítulo 3 de Los crímenes de Van Gogh de José Pablo Feinmann]
[+] PSICOSIS de Alfred Hitchcock, EEUU, 1960
[+] EL CINE POR ASALTO de José Pablo Feinmann
Un asesinato sin tijeras que destellan es como los espárragos sin salsa holandesa: insípidos.
Alfred Hitchcock [1899-1980]
Norman Bates, ataviado con las ropas de su madre, descargaba el cuchillo, una y otra vez, compulsivamente, sobre el cuerpo indefenso y desnudo, de Marion Crane. Marion gritaba desgarrándose y extendía sus manos en la vana intención de defenderse o, con el afán más vano aún, de pedir clemencia, puesto que ninguna máquina de matar -y eso era Norman Bates para entonces- concedería clemencia.
Finalmente, ya cumplida en exceso su tarea, ya satisfecho, Norman salía de la escena, y allí, en la bañera, sólo quedaba el cuerpo de Marion, recostado contra los azulejos blancos (¿serían blancos?), deslizándose hacia la base de la bañera, con los ojos entrecerrados, con el velo oscuro y final de la muerte pesando sobre ellos. Y, entonces, con un esfuerzo quizá absurdo, que provenía más del deseo que de la posibilidad de vivir, pues sus heridas esra irremisiblemente mortales, Marion Crane estiraba su mano hacia la cortina de plástico de la bañera, la aferraba y, con el propósito de incorporarse, tironeaba de ella con tal fuerza que la cortina, sostenida a un barral por unos aros, se desprendía de éste con una prolijidad vertiginosa y escalofriante, aro por aro, con un ruido semejante al tableteo de una ametralladora, y Marion, la desdichada Marion Crane, cuya desdicha, más que apropiarse de cuarenta mil dólares, había sido la de querer transcurrir una noche en el Bates Motel, caía, aún aferrada a la cortina de plástico, caía, por decirlo así, en brazos de la muerte.
Ahora su sangre corría hacia el desagüe de la bañera, giraba locamente y luego se hundía, allí, para siempre. Luego la Cámara se acercaba hacia ese agujero oscuro e infinito y sobre él se imprimía el ojo derecho de Marion, abierto, muy abierto y aterradoramente inmóvil. Esto era todo. Era, al menos, todo para Marion Crane. Porque así era su muerte. Así moría Marion Crane en PSICOSIS, a manos de Norman Bates.
¿Cómo había logrado Hitchcock la absoluta inmovilidad de ese ojo? [...] ¿Era una foto? [...] ¿Habría Hitchcock realmente asesinado a Janet Leigh, la actriz que interpretaba a Marion Crane?
[capítulo 3 de Los crímenes de Van Gogh de José Pablo Feinmann]
[+] PSICOSIS de Alfred Hitchcock, EEUU, 1960
[+] EL CINE POR ASALTO de José Pablo Feinmann
No hay comentarios:
Publicar un comentario