Si te dijera, amor mío,que temo a la madrugada,no sé qué estrellas son éstasque hieren como amenazasni sé qué sangra la lunaal filo de su guadaña.
Al Alba / Luis Eduardo Aute
En la España de los 70, muchas cosas empezaron a moverse desde dentro. La protesta empezó a capitalizar muchos lugares, entre ellos la cultura. Había una necesidad imperiosa de cambio, de poner fin a una dictadura que se había dilatado en el tiempo de forma descaradamente escandalosa. Por tal motivo, versos de cantautores como Aute se convertían en proclamas en contra de lo establecido. Los versos de la canción ‘Al Alba’ narraban el encuentro de dos amantes antes del amanecer. Muchos creyeron, e hicieron creer, que esa canción hablaba de fusilamientos en la madrugada. Aute pudo grabarla en 1978. Algo igual pasa con EL DESENCANTO, obra mayor en la historia del cine español, un documental maldito dirigido por Jaime Chavarri en 1976 y alentado, desde el primer momento, por Michi Panero, hijo.
Un año antes de su estreno moría Franco. El caudillo, en sus últimos días de vida, quiso dejar “atado y bien atado” el futuro de España. De este modo, instauraba la monarquía. El pueblo seguiría teniendo un padre al cual rendir cuentas. Los hijos de cuarenta años de dictadura apostaron por la democracia. Nada que ver con la realidad. Pronto el desencanto se apoderó de ellos. La libertad sólo fue el maquillaje reparador de un mismo sistema que se adaptaba a los nuevos tiempos. Todo seguía igual. Ese padre Franco, bien pudiera ser Leopoldo Panero. Esa casa antigua de los Panero, bien pudiera ser la España anacrónica producto de cuatro décadas de ostracismo. Esa familia, el fin de los valores en los que se había fundamentado el régimen fascista, en definitiva, la consecuencia de tanto despropósito.
Leopoldo Panero, traidor. Salvado ‘in extremis’ cuando defendía la causa republicana en las postrimerías de la Guerra Civil española. Leopoldo pasó al bando ganador, convirtiéndose a partir de ese momento en una figura controvertida para todos aquellos que se acercaron a ella. De ahí, en el año de su centenario, de rescatar a Leopoldo Panero, poeta.
Leopoldo Panero, padre. Ausente, nunca ejerció como tal. Tampoco como esposo, ni como modelo a seguir por sus hijos. De puertas adentro, la familia huérfana habla –se suma su tercer hijo, Leopoldo María Panero--. Felicidad recitará, desde el olvido, los versos lejanos que la enamoraron; Juan Luis desde la exaltación del héroe; para Michi su progenitor fue, es y será un eterno desconocido y, Leopoldo María, su padre es la mentira representada en la épica.
Leopoldo Panero, amordazado. Como la estatua a inaugurar en la plaza abarrotada de su pueblo. Lo que parecía que iba a ser vehículo para dar a conocer su persona, se convierte en todo lo contrario. Incluso, se constata la desaparición de su raza, sin descendencia, como castigo a su traición. Y el padre nunca podrá defenderse de tales acusaciones, sólo quedarán sus versos olvidados.
Varón o macho que ha engendrado.
EL DESENCANTO de Jaime Chávarri, ESP, 1976
Leer critica EL DESENCANTO en Muchocine.net
1 comentario:
Hola, quiero felicitarte por este muy buen blog de cine que haces. Lo acabo de descubrir. Saludos!
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