8 de diciembre de 2008

SHARA [Sharasojyu] de Naomi Kawase, JAP, 2003

[Catarsis. Entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza. Efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones. Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda. Eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso]



La catarsis se hizo lluvia, danza de la alegría. La tragedia se hizo ausencia, emoción del silencio. El espíritu se hizo cielo, vida del recuerdo. Y Kawase filmó poesía. Hay algo en SHARA que atraviesa las imágenes, algo imposible de explicar, de narrar con palabras.

La desaparición, inexplicable, de un hijo marca la vida de una familia. Para siempre. Presente en todos los días, en todos los rincones. La familia, una casa presa de tristeza. Hay algo en SHARA que atraviesa el adentro, y se hace sentido en el afuera.

La cámara circula, contempla, oculta, baila, vuela, desvela y sufre. La cámara de Kawase es dolor y felicidad al mismo tiempo, como la vida misma. Es la misma cámara que nos acerca al cine de Erice, ésa que deslumbra misterio dentro y fuera de plano. Hay algo en SHARA que vive más allá de la pantalla, de lo que nos deja ver.

La lluvia se hizo catarsis. Lo invisible tomó cuerpo. La fé tuvo respuesta. La escena de la película es agua cayendo mientras movimientos repetitivos claman al cielo. Momento de purificación, destrucción del dolor, ése que hace tanto daño en las entrañas, muy adentro. Hay algo en SHARA que transmite esperanza, que reivindica siempre habrá un tiempo mejor.

¿Quién observa? ¿Cuál es el misterio? ¿Y si lo que desaparece vuelve a nacer? ¿Cómo vivir con el sufrimiento? Kawase nunca responderá, sino que nos llevará por el sendero de los sonidos, de las imágenes inconclusas. En SHARA, Kawase filma fantasmas y algo más que la sonrisa...de Jako.

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