La película de Siodmak respira algo sórdido. Lo que se presume como un drama cotidiano, la relación entre un hombre y sos dos hermanas, se convierte --y de ahí el título en España-- en una auténtica pesadilla. Un desarrollo particular, como en otros films dirigidos por el alemán, como la obra maestra TRAS EL ESPEJO.
PESADILLA no es una obra maestra. Una muy buena película con un error determinante: el desenlace. Inexplicable. Hasta ese momento final, la película desprende un aroma de eterno clásico de los años 40.
La historia se desarrolla en un pequeño pueblo de Estados Unidos, Harry Quincey (interpretado por George Sanders), soltero y artista frustrado, vive con sus dos hermanas y una sirvienta. El momento que desata el conflicto es cuando Harry anuncia que va a casarse. Este hecho producirá un cambio en la relación de Harry con sus hermanas. Fundamentalmente con su hermana Deborah, interpretada por la fatal Deborah Brown.
Siodmak acentúa la atmósfera opresiva. A través del contexto, el pequeño pueblo profundamente conservador y, como no podía ser de otra forma, en la relación entre hermanos. De hecho, Harry se siente preso entre dos amores. Su prometida, interpretada por Geraldine Fitzgerald, y ese amor obsesivo de su hermana Deborah, que le impide tomar decisiones importantes en su vida.
Para Deborah la futura mujer de su hermano Harry es el problema. Mejor dicho, el obstáculo entre su hermano y ella. Ahí está lo sórdido. Lo que no se nos cuenta. Lo oculto. Hay algo profundo en la relación entre hermanos; es lo que convierte el drama cotidiano en drama psicológico. Y Siodmak toma perspectiva: nos habla de lo enfermizo --y destructivo-- que pueden llegar a ser las conductas obsesivas. Nos habla de sus consecuencias, sin dejarnos ver que hay detrás. Eso es tarea del espectador. Eso es cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario