Un cuento. Érase una vez…un director llamado Javier Fesser se propuso hacer su primera película, después del reconocimiento recibido por su cortometraje titulado EL SECDLETO DE LA TLOMPETA (1995). Ahora tenía que decidir qué historia contar. Hasta que un día un hecho extraordinario sucedió en su vida. Fue padre por primera vez. Después de un tiempo de agobio y presión por lo que le iba a pasar, por cómo educar, qué hacer, preguntarse si estaba preparado…De repente, al ver a su hija, todo cambió. Se percató realmente que él era quien iba a aprender de su hija, crecer y madurar con la experiencia más importante de su vida. Todo un descubrimiento. Toda una liberación. Ya tenía algo que filmar.
Entonces, empezó a rodar creando un universo muy particular. Personajes caricaturescos en una España de posguerra, con recursos tanto reales como de (ciencia) ficción. Un gazpacho. Nada que ver con la construcción de una familia tipo con casa y coche, relaciones paterno-filiales con algún que otro conflicto, etc. Fesser, en su opera prima, quería contar todo lo que había visto, vivido…Un gazpacho surrealista. Una narración en tono de comedia, de historieta, con tintes dramáticos. Desde pequeño P. Tinto (de grande, interpretado por el carismático Luis Ciges) tiene un sueño: tener hijos. Conoce a la que será la mujer de su vida, Olivia, ciega y tacaña. Aislados en que había sido un apeadero de una línea ferroviaria perdida, crean su hogar y pasan toda su vida, esperando tener descendencia…Ésta no llega y adoptarán un par de marcianos antes de la llegada de “su” negro grandote con bombona.
Fesser le da color a una época negrísima de la historia de España. Se plantea la educación recibida por los chicos, dirigida por la Iglesia, en la que la institución familiar es el epicentro de toda organización social. Todo por la familia. A mayor número de hijos, mejores padres. Claro que cualquier tipo de pedagogía en el terreno sexual queda a espensad de la divina providencia. Y, claro, ése es un terrible problema. Un drama. Incluso, hasta llegar al hecho en que el hijastro le enseñe a su madrastra, en el ocaso de su vida, los placeres de la carne. ¿Incesto? No, ni mucho menos. Una cosa más para aprender de “nuestros” hijos…
Finalmente, la vida como aprendizaje continuo…y una lucha constante para conseguir lo que uno se propone, más allá de los obstáculos que se presentan, en forma de túnicas negras, ignorancia ejemplar, esperando milagros…sin perder la esperanza. EL MILAGRO DE P.TINTO es, sin duda, uno de los mejores exponentes del último cine fantástico español, junto a EL DIA DE LA BESTIA de Álex de la Iglesia y ABRE LOS OJOS de Amenábar. La película de Fesser todo un prodigio, repleto de imaginación y ritmo. Su mejor hijo cinematográfico hasta la fecha.
Leer critica de El milagro de P. Tinto en Muchocine.net
Entonces, empezó a rodar creando un universo muy particular. Personajes caricaturescos en una España de posguerra, con recursos tanto reales como de (ciencia) ficción. Un gazpacho. Nada que ver con la construcción de una familia tipo con casa y coche, relaciones paterno-filiales con algún que otro conflicto, etc. Fesser, en su opera prima, quería contar todo lo que había visto, vivido…Un gazpacho surrealista. Una narración en tono de comedia, de historieta, con tintes dramáticos. Desde pequeño P. Tinto (de grande, interpretado por el carismático Luis Ciges) tiene un sueño: tener hijos. Conoce a la que será la mujer de su vida, Olivia, ciega y tacaña. Aislados en que había sido un apeadero de una línea ferroviaria perdida, crean su hogar y pasan toda su vida, esperando tener descendencia…Ésta no llega y adoptarán un par de marcianos antes de la llegada de “su” negro grandote con bombona.
Fesser le da color a una época negrísima de la historia de España. Se plantea la educación recibida por los chicos, dirigida por la Iglesia, en la que la institución familiar es el epicentro de toda organización social. Todo por la familia. A mayor número de hijos, mejores padres. Claro que cualquier tipo de pedagogía en el terreno sexual queda a espensad de la divina providencia. Y, claro, ése es un terrible problema. Un drama. Incluso, hasta llegar al hecho en que el hijastro le enseñe a su madrastra, en el ocaso de su vida, los placeres de la carne. ¿Incesto? No, ni mucho menos. Una cosa más para aprender de “nuestros” hijos…
Finalmente, la vida como aprendizaje continuo…y una lucha constante para conseguir lo que uno se propone, más allá de los obstáculos que se presentan, en forma de túnicas negras, ignorancia ejemplar, esperando milagros…sin perder la esperanza. EL MILAGRO DE P.TINTO es, sin duda, uno de los mejores exponentes del último cine fantástico español, junto a EL DIA DE LA BESTIA de Álex de la Iglesia y ABRE LOS OJOS de Amenábar. La película de Fesser todo un prodigio, repleto de imaginación y ritmo. Su mejor hijo cinematográfico hasta la fecha.
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