14 de enero de 2008

Mi [identidad], mi sexo


Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a los demás.

La identidad se ha convertido en el tema principal del cine argentino. Y es que la identidad tiene un peso socio-histórico importantísimo. Póngase en la piel de cientos, miles, de niños robados en dictadura por militares que los adoptaban como premio a su patriotismo. Esos hijos de desaparecidos en los últimos años, con la imprescindible labor de las Abuelas de Mayo, se han ido reencontrado con su pasado, con su identidad…sinónimo de libertad. Todo un logro para una sociedad argentina que, en este caso, se ha convertido en modelo a seguir. Así que películas que van desde la oscarizada LA HISTORIA OFICIAL a KAMCHATKA se detienen ahí, además de innumerables documentales tan representativos como LOS RUBIOS.

La identidad se instala definitivamente en el cine argentino contemporáneo. Y lo hace abarcando un amplio abanico de historias. A destacar: EL ABRAZO PARTIDO (dónde está mi padre), NACIDO Y CRIADO (perdido, sin identidad), LUNA DE AVELLANEDA (yo nací en este barrio), EL OTRO (la búsqueda de la identidad), LOS MUERTOS (recuperar mi identidad)…la lista es interminable. Un último caso habla de la identidad sexual: XXY.

El hermafrodita, el que tiene los dos sexos. La primera película de la hasta ahora guionista Lucía Puenzo, cuenta la historia de Alex, una adolescente de 15 años que nació con lo que los médicos llaman ambigüedad genital. Los padres de Alex escapan de Buenos Aires, y su hija se convierte en un fenómeno en el pueblo. Ahora, en plena adolescencia, Alex debe tomar la decisión de qué sexo tener, de quién ser.

La película aborda una temática desconocida para la mayor parte del público. Ahí radica su valentía. Pero no va más allá. No profundiza, se queda en la superficie de las relaciones entre Alex y Álvaro, hijo de unos amigos de los padres de Alex. Ese epicentro no potencia, sino que desdibuja el conflicto interno de Alex (interpretada por la joven Inés Efron), su relación con su padre (interpretado por Ricardo Darín), con la comunidad...todo queda pequeño, ridículo, como si de un telefilme se tratara. En sintonía con el desarrollo de la historia, el final se desvanece, apostando por el interés del público, con un tono moralizante que atenta a la inteligencia del espectador.

La identidad una vez más en el cine argentino. La película viaja a los Oscars y a los Goya. Ahora cabe preguntarse (se trata de un debate abierto) por la identidad del último (nuevo) cine argentino. XXY responde a la fórmula de la película presentable a cualquier festival y premio. Hoy en día ese es el único objetivo del cine que se hace en Argentina. Un problema identitario.



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