SUPER 8 de J.J. Abrams, EEUU, 2011
Abrams tiene la fórmula del éxito: el misterio. Si a eso le añadimos que vivimos una época de crisis en la que remitimos, constantemente, a los tiempos pasados fueron mejores, SUPER 8 se convierte, de inmediato, en un clásico de los mismísimos 80. Vayamos, pues, por partes:
- El director, alumno ejemplar del maestro Spielberg, fija a lo desconocido como centro de sus historias. Lo hizo con las exitosas series LOST y ALIAS, produjo la monstruosa CLOVERFIELD y dirigió SUPER 8. Todas las campañas de publicidad, muchas de ellas de carácter viral, tenían como objetivo despertar el interés del público en un misterio por descifrar. Y algo sobrenatural sobrevuela cada uno de sus enigmas. Una de las recetas mágicas del bueno de Steven.
- Volver, volver, volver. Un eterno regreso a la década de los 80, en la que el cine era pura aventura. Y dónde los chavales eran protagonistas de historias inimaginables, tanto a la hora de descubrir secretos y vivir la adolescencia. Los conflictos personales de los chicos tiene el mismo peso que las historias por resolver. Y la familia. Siempre la familia. Algo inherente como tema en el cine del director de E.T.
- La emoción por encima de todo. Abrams recoge el guante. Su cine es con efectos especiales y no de efectos especiales. Abrams cuenta una historia en la que los sentimientos ocupan un lugar primordial en el devenir de los hechos. Y no al revés. Abrams escapa de un cine de fuegos artificiales. Un plano en el que un abrazo es el centro y no la nave espacial.
SUPER 8 es misterio, aventura y emoción. Ingredientes de un cine clásico que se agradece en tiempos de sofisticadas historias y vueltas malabares de guión. La película de Abrams, la primera escrita por él, no es un homenaje a un tipo de cine en una década determinada, es cine por los cuatro costados.
- El director, alumno ejemplar del maestro Spielberg, fija a lo desconocido como centro de sus historias. Lo hizo con las exitosas series LOST y ALIAS, produjo la monstruosa CLOVERFIELD y dirigió SUPER 8. Todas las campañas de publicidad, muchas de ellas de carácter viral, tenían como objetivo despertar el interés del público en un misterio por descifrar. Y algo sobrenatural sobrevuela cada uno de sus enigmas. Una de las recetas mágicas del bueno de Steven.
- Volver, volver, volver. Un eterno regreso a la década de los 80, en la que el cine era pura aventura. Y dónde los chavales eran protagonistas de historias inimaginables, tanto a la hora de descubrir secretos y vivir la adolescencia. Los conflictos personales de los chicos tiene el mismo peso que las historias por resolver. Y la familia. Siempre la familia. Algo inherente como tema en el cine del director de E.T.
- La emoción por encima de todo. Abrams recoge el guante. Su cine es con efectos especiales y no de efectos especiales. Abrams cuenta una historia en la que los sentimientos ocupan un lugar primordial en el devenir de los hechos. Y no al revés. Abrams escapa de un cine de fuegos artificiales. Un plano en el que un abrazo es el centro y no la nave espacial.
SUPER 8 es misterio, aventura y emoción. Ingredientes de un cine clásico que se agradece en tiempos de sofisticadas historias y vueltas malabares de guión. La película de Abrams, la primera escrita por él, no es un homenaje a un tipo de cine en una década determinada, es cine por los cuatro costados.
1 comentario:
A mi super8 me parece un quiero y no puedo. Un intento de aproximarse al espíritu de películas ochenteras del estilo ET o los Goonies, pero se queda en eso, en un intento.
La historia está manida hasta más no poder y los personajes de los niños son arquetípicos hasta la nausea: el gordo listillo, el pequeñajo cabroncete, el prota que acaba de sufrir una desgracia y la chica guapa.
Entretenida es, pero desde luego, cualquier comparación con las ya mencionadas ET, los Goonies o Cuenta Conmigo, por ejemplo, es un auténtico insulto.
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