8 de febrero de 2011

EL AMERICANO

EL AMERICANO de Anton Corbijn, EEUU, 2010


Empiezo a no aguantar más a George Clooney en pantalla, cada vez más cabezón y con pretensiones de actor serio. En esta película dicha impresión se acentúa en el momento en que el bueno de Clooney adopta la cara de secreto durante todo el metraje. Insoportable. Clooney que de tonto no tiene un pelo, hay que ver su filmografía como director, se rodea de dos desconocidas con prometedoras carreras: Irina Björklund (es Ingrid, sueca-rubia-asesina-mala) y Violante Placido (es Clara, italiana-morena-prostituta-buena).

Empiezo a no aguantar más a los directores noveles (ésta es su segunda película, después de CONTROL) que se las dan de europeos y, como tal, sus películas deben responder a lo que los demás entienden como cine europeo. Aburrimiento. El ritmo es exageradamente lento, silencios irrisorios, planos que nos explican todo (como en el que vemos el pueblito desde el aire, a continuación un ave rapaz, sólo para explicar que alguien está al acecho de protagonista), personajes que responden a las intenciones moralistas de la película (el cura, la prostituta, la sueca…todos guardan un secreto). Además el protagonista se hace pasar por fotógrafo, profesión de Corbijn.

No soporto más las películas, supuestamente serias, que plantean como tema el pecado y la redención. Para ello, el recurso es presentarnos el ocaso de un asesino (título elegido en Argentina), sus cuentas pendientes y cómo no hay final feliz para los “malos”. Dos excepciones en el último cine: UNA HISTORIA DE VIOLENCIA de David Cronenberg y ESCONDIDOS EN BRUJAS de Martin McDonagh. Un par de propuestas que salen de territorios comunes y que plantean al espectador la misma temática pero desde ópticas diferentes. Al menos eso es lo mínimo que uno debería exigir cuando va al cine: que me cuenten la misma historia pero de forma diferente.

Clooney (que la produce) tenía ganas de protagonizar este tipo de película: seria-europea con redención. Corbijn, director, tenía ganas de presentarse en sociedad hollywoodiense con una producción segura que gusta en festivales serios (tuvo su presentación europea en San Sebastián, certamen en crisis). Y a mí se me terminaron las ganas.

No hay comentarios: