30 de julio de 2007

El [cazador] de Wolf Creek de Greg McLean, AUS, 2005

Dicho de una persona: Que caza por oficio o por diversión.

El listón está muy alto. Acostumbrado el espectador a ver cualquier cosa en pantalla, escenas crueles y sádicas han traspasado el género de terror (sólo basta recordar la escena final en HANNIBAL, con el cerebro semi-abierto de Ray Liotta). El público espera el impacto más novedoso, más extraño y más intenso...llegando un momento en el que no se sorprende, nada le sorprende. En los últimos años el género de terror ha revisitado fórmulas exitosas de los 80, con el gore de trasfondo y con el remake como salida airosa a una crisis de originalidad. Así que, a falta de nuevas historias el objetivo principal es impactar (como lo hace la televisión o internet).

A excepción de JEEPER CREEPERS, la amplia mayoría de producciones semi-independientes ha apostado por la clásica y archiconocida historia de jóvenes perdidos en un inhóspito paraje y que, irremediablemente, tienen que enfrentarse a loco o familia de locos, sedientos de carne y sangre. El cine actual de terror bebe directamente de obras emblemáticas como 2000 MANIACOS, LA MATANZA DE TEXAS y LAS COLINAS TIENEN OJOS. Así surge, por ejemplo, la endiablada HOSTEL.

Y, de vez cuando, el cine australiano (como extensión de cualquier producción norteamericana) aporta su granito de arena al género. Singulares propuestas fueron en su día películas como CALMA TOTAL o CARRETERA AL INFIERNO. Con WOLF CREEK, no pasa lo mismo. La misma historia: tres amigos que deciden pasar sus vacaciones en un lugar llamado Wolf Creek, tienen un percance con el coche y aceptan la ayuda del extraño hombre llamado Mick Taylor. A partir de ahí, ya se pueden imaginar... Y si a todo ésto le añadimos lo de "basado en hechos reales", volvemos a lo que planteaba al inicio. El cine de terror en particular está haciendo uso de un lenguaje puramente mediático, alejándose (tristemente) del cinematográfico. En este caso, nos transmite la idea de que lo que estamos viendo es realidad (como pasa con el Gran Hermano televisivo). Nada más allá de la realidad (valga la redundancia).

Bajo la dirección de Greg McLean, cabe destacar el tramo final de la película. A plena luz del día el cazador persigue a su presa. Y, a falta de cine, vísceras. Y el espectador sigue digiriendo tanta crueldad, ¿hasta cuándo?

No hay comentarios: