2 de julio de 2007

Extra [La Dvdteca]

Todavía no existe la conciencia clara y extendida de que podemos disponer de una filmoteca en casa como disponemos de una biblioteca y de una discoteca. El devedé, en alianza al plasma, está abriendo camino a esta mentalidad, pero faltan algunas determinaciones por tomar. Esta filmoteca casera no debería responder a una construcción más o menos veleidosa y aleatoria, que atendiera sólo a pasiones muy subjetivas y gustos menores, sino que, como sucede con las bibliotecas y discotecas que merecen tal nombre, debería reunir, para empezar a hablar, como mínimo un centenar de las películas capitales de la Historia del cine. Una persona culta de nuestros días no puede dormir a pierna suelta a unos metros, un suponer, de sus volúmenes de En busca del tiempo perdido o de sus cedés de La pasión según san Mateo o de Miles Davis, sin tener a mano una copia, otro suponer, de La regla del juego. Esto es así.Los devedés se editan y se ofertan con tanta profusión que es muy difícil que los medios de comunciación acierten a jerarquizar la importancia de las novedades y a dedicar el espacio de análisis y celebración necesarios a muy concretas películas cuya edición representa un auténtico acontecimiento cultural. Todavía vemos el devedé como ese sistema que nos permite recuperar o poseer una película que se nos pasó o que tanto nos gustó hace un año o dos, pero no tanto como la magnífica posibilidad de planificar y organizar con rigor, y con arreglo a un canon ya indiscutible, una filmoteca personal con títulos tan imprescindibles como sus equivalentes de la literatura o de la música. Ahí queda una zanja por salvar que separa todavía al cinéfilo del hombre culto, si bien nadie entiende que un cinéfilo que se tenga por persona culta no disponga de un concreto contingente de libros y discos insoslayables.Ahora bien, hay que alabar el esfuerzo que ya vienen haciendo algunos suplementos culturales por tratar la aparición en devedé de no pocas películas como lo que es, un acontecimiento editorial y cultural de primer orden que, por primera vez, permite situar miles de copias de un filme en el ámbito doméstico para su visión, estudio y disfrute.
[Manuel Hidalgo_El Mundo]

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